lunes, 22 de junio de 2015

"Sexo con extraños"

Disfrutar de la obra "Sexo con extraños" es saber por dónde pasa la vida hoy. Significa entender que el amor ya no se nutre de esas batallas épicas y paradigmáticas como las de Romeo y Julieta, como tampoco del acartonamiento del macho rústico de Rick Blaine, seduciendo a la indefensa Ilsa Lazlo con un cigarrillo y vistiendo sobretodo. Que una mujer descreída del hombre y sus falsas promesas de amor eterno, puede sucumbir ante la irreverencia de un adolescente petardeante. Y que la felicidad puede aumentar en sincronía con los seguidores de Twitter y los “me gusta” de Facebook. Esa es la vida hoy, aunque quiera negarse, y eso es lo que plasman a la perfección su autora Laura Eason (guionista de "House of Cards") en la teoría, y Diego Corán Oria, Guillermina Valdés y Gastón Soffritti, en la práctica.

Si en las matemáticas, el orden de los factores no altera el producto, en esta obra, se produce todo lo contrario. Porque el efecto dominó hace que todo sea preciso. Si Ethan Kane fuese un perdedor, jamás de los jamases podría llegar a conquistar a la excesivamente bella Olivia Lake, como si ella fuese una escritora consagrada, sus custodios evitarían que cualquier jovencito indomable, se le acercara a cien metros a la redonda. Pero se da todo lo contrario y así llegan a encontrarse. En un hotel abandonado no se sabe por qué, un gurú hace de Cupido tácito y ellos terminan por retroalimentarse.

"Sexo con extraños" es simplemente brillante porque están los que tienen que estar. Con otros protagonistas, no estaríamos seguros del mismo resultado. Guillermina Valdés rompe esa burbuja que la separó del mundo terrenal y se muestra tal cual es; y Gastón Soffritti confirma el axioma que hoy a los veintialgo se puede ser talentoso, emprendedor y exitoso. Claro, Diego Corán Oria ordena todo, pone un mismo tamiz y los potencia. Para aplaudir y volver a aplaudir.

Ethan Kane (Gastón Soffritti) es un blogger estrella como los hay tantos en la actualidad, con la diferencia que sabe que lo que hace es una basura. En las antípodas, se encuentra Olivia Lake (Guillermina Valdés), que se cree una basura, sabiendo que lo que escribe tiene calidad. Él maneja las redes sociales y la tecnología a la perfección, ella aún cree en los agentes literarios y el protocolo editorial. Y con estos dos perfiles, el encuentro se vuelve inevitable. Dos generaciones que en su primera instancia deben rasparse para luego sanarse las heridas. La excitación de Ethan es inherente al que sabe que está por conquistar a la mujer de sus sueños; si la deja pensar, la pierde. Y la parsimonia de Olivia es un textual de la mujer cansada de que le prometan el infinito como aduana para conseguir su cuerpo. Él es un torbellino y ella un alma gris y dormida. Y en ese desequilibrio actoral, reside la clave de todo.  

Definitivamente "Sexo con extraños" moviliza. Guillermina Valdés hipnotiza desde sus movimientos, belleza y desinterés; Soffritti sorprende porque lleva al máximo nivel de realidad a la generación de hoy, mientras que Diego Corán Oria confirma que es uno de los directores jóvenes más talentosos del teatro argentino. Un acierto la elección del libro y su realización. Ideal para indagar en esta actualidad que tal vez nos resulte ajena. 

Por Mariano Casas Di Nardo

domingo, 7 de junio de 2015

"UNA"

En “UNA”, Vanina Szlatyner nos propone un juego histérico y esquizofrénico al cual todos jugamos puertas adentro. Monólogos internos vestidos en diferentes personajes para dejar salir nuestros fantasmas más incorrectos en todos los sentidos. En un marco formal, serían bestias miserables, en esta locura que plantea su autora, que dirige el preciso Eduardo Bertoglio e interpreta la misma Szlatyner, criaturas adorables. Cuatros mujeres que con maquillaje y acidez, hacen lucir la deformidad.

En un escenario milimétricamente desordenado de cajas, en penumbras y abolido por el no tiempo y el sin lugar, una mujer en su estado más puro, desnuda y sin prejuicios, comienza a recrear sentimientos.  Cada rincón de esa órbita expectante, es un mundo, un dolor distinto, un amor que no se consumó. Y entre ellos interactúa la discriminación, la muerte, la infelicidad, la sexualidad en su peor expresión, el resentimiento y la dejadez. Ese deseo de vomitar las miserias para descansar en paz. “UNA” es una forma sutil y simpática, de decir las cosas que de otro modo, serían censurables.

Una teoría histórica hace referencia a la Síntesis. La misma sería la obra, la Tesis el libro original de Vanina Szlatyner, mientras la Antítesis la bajada a tierra de Eduardo Bergoglio. Se necesitan. Porque la brutalidad del texto, necesita la mirada de su director para que no nos choque. Y así disfrutamos de arte. Es arte sobre un escenario. En movimiento, orgánico; de esos que por momentos nos empuja y codea, para después acariciarnos. Si Szlatyner no actuara así, Bertoglio no estaría, como si su director no tuviera ese panorama teatral en su cabeza, Vanina no lo hubiese convocado. Una bola de nieve que se retroalimenta y termina de explotar en nuestra cabeza de espectador.

Nada es azar en “UNA”. Ni la cajita más chica que está al fondo, menos el vestuario, tampoco la iluminación o su música. Todo lleva a resaltar el concepto de estas mujeres. Su programa de mano, entregado en la previa, ya es un indicio. Porque sea teatro independiente, no escatima en calidad.
“UNA” también podría ser uno. Pensamientos oscuros que nos emparentan, aunque una esté dando el alma y el cuerpo en el escenario, y uno esté paralizado y atento, sentado a metros suyo.

Por Mariano Casas Di Nardo