jueves, 13 de agosto de 2015

"Terrenal"

No es por contradecir al título, y menos hacer un sombreado antagónico, pero si algo no es la obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun, es eso, terrenal. Porque los dos protagonistas que le dan vida en sus primeros minutos al cuento, hacen fácil lo difícil; y porque cuando se suma el inmenso Claudio Rissi, la obra en su ascenso, se va convirtiendo en un ejemplo de todo. De dramaturgia, de dirección y sobre todo, de actuación. Lo que hace "Tatita" en escena, es simplemente maravilloso. Y aunque la etiqueta quede periodísticamente básica, la reforzamos: “maravilloso”.

Ante una obra de Mauricio Kartun, uno por lo general, baja las defensas y se deja llevar. Porque se supone que muchas instancias ya están superadas y garantizadas. Se comienza desde un nivel más que aceptable y puede elevarse a muy bueno, excelente o en este caso, inmejorable. Es que podríamos escribir líneas y más líneas sobre su texto, su dirección, sus diálogos, sus mini monólogos, su puesta en escena, su iluminación y su musicalización, porque todo está apuntado a una misma intención; que el espectador disfrute. Su escenografía es única pero a su vez, panorámica; porque no tiene nada, pero la mímica y la precisión gestual de sus protagonistas, la ponen en todos los planos.

La historia es la de Caín y Abel, en una lucha entre cordial y tensa por el terreno donde viven. Un paralelismo constante entre la leyenda y el año en que transcurre la vida de estas dos personas, un domingo cualquiera en su Edén de cabotaje. Claudio Da Passano es Abel, mientras Claudio Martínez Bel es Caín. Y detrás, como un ser todo poderoso, refleja Tatita, la mejor versión de Claudio Rissi sobre un escenario. Si existen escalas que miden los terremotos, los grados de temperatura y lo que sea, después de ver “Terrenal”, tranquilamente se podría hablar de una escala Rissi para evaluar a los actores. Claro que el cero sería bueno, y el diez, lo que hace en la obra.

Para quien se jacte de teatrero, es obligación verla. A quien le guste todo lo que ve sobre un escenario, seguramente se enamore; y a quien no le guste nada, un lindo desafío para continuar con su política. No es una obra que nos cambie la vida ni que nos explique nuestra existencia, pero brilla en todas sus partes y eso la vuelve única y paradigmática.

Por Mariano Casas Di Nardo 




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