jueves, 26 de marzo de 2015

"Así es la vida"

El teatro clásico tiene esa propiedad porque trasciende su época y no necesita de la identificación para emocionar y menos, gustar. Se mueve sobre una capa inferior que no solo engloba todo, sino que ofrece las bases para que sus posteriores hagan su juego. Si no existiesen Nicolás de las Llanderas ni Arnaldo Malfatti, seguramente no hubiesen prosperado los autores contemporáneos, como tampoco existirían los galanes de televisión, cine o teatro de hoy; si los Roberto Carnaghi, Mario Alarcón, Salo Pasik y Rita Terranova, no se hubiesen dedicado a la actuación. “Así es la vida” reúne todo eso y así, además de ver el mejor teatro de la efervescente Buenos Aires, asistimos a una clase de historia del arte nacional.

La obra cuenta de una típica familia burguesa, donde los padres, ven con total pasividad, cómo sus hijos cumplen con el lógico transcurrir de la vida. Su crecimiento, su apertura al mundo y sus azares. Ambientado en esta ocasión en la Argentina de principios de Siglo XX, la trama inicia en el 1905 y con saltos narrativos, pasa por el 1916 y 1934. Aquí cabe destacar la genial visión de su director Santiago Doria, para ambientarnos gracias a audios, imágenes y videos, en aquellos lejanos años y así, sentir más de cerca las alegrías, los miedos y las esperanzas de sus protagonistas. Roberto Carnaghi es Don Ernesto, mientras que Rita Terranova es Eloísa, su dulce esposa. Al costado, alterando una paz hogareña casi envidiable, el cuñado político, Alberto, un hombre que se asume como “hecho y derecho” aunque nadie se lo crea, interpretado de forma soberbia por Mario Alarcón. Cierra el cuarteto de primera línea, el personaje de Salo Pasik (Liberti), un amigo italiano de la familia, que pasa sus días entre ellos, por no forjar su propia vida.

Cómo será la selección de actores, que Malena Solda recién aparece en una segunda línea, en el rol de Felicia, junto a Felipe Colombo que hace del benjamín Eduardo; y casi de reparto, el gran Alfredo Castellani. Completan el elenco, Paloma Contreras, Celeste García Satur, Emanuel Duarte, Mariano Mazzei, Marcelo Mininno, Néstor Sanchez y Julio Viera. Todas actuaciones creíbles y amigables, que hacen que todo el tiempo disfrutemos del mejor teatro. Claro, cuando Carnaghi, Alarcón y Pasik se juntan, todo se potencia. Como cuando en su epílogo, se chicanean por lo que pudo ser, no fue y es.

Por su parte, el teatro Cervantes le da un tinte épico a toda la apuesta, que brilla con un escenario movible, a tono con el preciso vestuario, que sutilmente se va modernizando a medida que pasan los años. La música, obra del señor compositor, Gaby Goldman.

Con una de las frases más célebres del cine nacional que desestabiliza emocionalmente a toda la platea, la obra nos invade de melancolía con sus cuadros y diálogos. De esas piezas teatrales que hay que ver al menos una vez en la vida, para recordarla siempre.

Por Mariano Casas Di Nardo

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