lunes, 16 de junio de 2014

"Piel de Chancho"



El riesgo de realizar una pieza teatral de un autor tan ecléctico como José María Muscari, es no lograr interpretar su código. O al menos, no poder demostrarlo, como todo el público lo exigiría. Grotesca en su impronta y voraz en su relato, “Piel de Chancho” se muestra como la obra más provocadora del director argentino más kitsch de la escena nacional. Por suerte, Darío Portugal Pasache mantiene sus signos más vitales, para montar una versión suavizada, aunque tan decadente como la original. Podemos discutir si es un acierto o una tranquilidad de garantía, pero lo real es que entretiene, choca, desagrada, irrita, angustia y agota, al igual que la recordada versión de María Aurelia Bisutti, allá por el año 2006, en el Teatro del Pueblo, cuando Muscari no era Muscari. O tal vez era más, o menos.  

Las comparaciones suelen ser odiosas pero no hacer un análisis de la transfusión de ADN entre el antes y el ahora, es de negador. Para el sarcasmo, nada mejor que la mirada de Marie Mazza en el  papel de Ingrid; mientras la ingenuidad perversa se hace carne en el desconcierto de Graciela González Saavedra como La Nana. La música le da la cuota exacta de cinismo a ese triángulo que termina de completar Nadia Brom, quien como Luisa le pone paños fríos a esa temperatura hogareña que merodea siempre el rojo.

“Piel de Chancho” trata sobre tres generaciones, en sus gamas más descoloridas y penosas, conviviendo en una casa. Una relación familiar hostil, que encabeza la abuela, le sigue su hija y finaliza su nieta. Puede que se quieran, pero no lo demuestran en ningún momento. Competencias encubiertas, envidias y esos lazos sanguíneos que eternizan tanto como lastiman.

Apartado por un tiempo de los clásicos que supo dirigir como “Yerma”, “La casa de Bernarda Alba” y “Bodas de sangre”; Darío Portugal Pasache acierta en rescatar a las actrices que más le rindieron en su pasado, para vestir con su calidez, una obra sombría que se destaca por lo corrupto de su devenir. La correcta utilización del espacio escénico y la diagramación del mismo, son detalles que le juegan a su favor, como también el preciso vestuario elegido por Gaby Mazza, sobre todo en el personaje de Ingrid. La última escena, va directa a un cuadro que pocas veces uno puede olvidar.

“Piel de Chancho” es una obra que gusta y entretiene, sobre todo si no se vieron sus versiones anteriores que hacen de flashbacks en continuado. Una audacia total la de su director de montar una obra de un autor tan presente; y tres actrices que dan muestra de estar a la altura de las circunstancias.

Por Mariano Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo

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