viernes, 29 de junio de 2012

Tango puro argentino... y más.


Del título inicial que da cartel al show que Nicole Nau y Luís Pereyra presentan durante junio y julio en el Centro Cultural Borges, toma tanto protagonismo el concepto “Más”, como los de “Tango” y Argentino” y eso ya es mucho decir. Porque de tango hay infinidad de shows en la cosmopolita Buenos Aires, pero de milongas, chacareras y boleadoras no de tan buen nivel. Y eso es un plus que este preciso dúo nos ofrece con creces.

Es que en el universo pensado por los talentosos Nau y Pereyra, existe una amplia variedad de recursos autóctonos, como milongas rítmicas, guitarras criollas, bandoneones, chacareras, zambas, zapateos y bombos legueros. Todo en continuado como un muestreo de arte, pasión y destreza, donde ocho artistas muestran lo mejor de su repertorio.

Tango puro argentino... y más, está compuesto además de por sus creadores, por Matías Rubino (bandoneón y cajón peruano), Diego Reynoso (cantante, guitarra, violín, bandoneón y zapateo), Mauricio Cordoba (danza tango, folklore, percusión, zapateo y boleadoras), Charly Morales Rodriguez (danza tango, folklore, percusión, zapateo, boleadoras y cajón peruano) y las bailarinas Ivana Fleitas  y Alejandra Ledesma.

Muchos son los puntos altos de un show que promedia un nivel de excelencia, aunque sin duda, los tangos bailados al unísono por las tres parejas de baile, el bandoneón de Diego Reynoso y la performance con boleadoras de Luís Pereyra son los momentos más destacados.

Tango puro argentino... y más, es un show internacional que no se queda en la superficialidad del género ni confunde al espectador con matices nuevos, sino que recrea de la mejor forma, cada una de las facetas auténticas que hacen a la cultura y música nacional.

Por Mariano Casas Di Nardo

miércoles, 27 de junio de 2012

La Pipetuá... “A la obra!”.


La compañía de circo La Pipetuá ilusiona con su nuevo espectáculo A la obra!, una muestra de circo, mimo y clown, donde sus cuatro protagonistas, periplos mediante, tienen la idea de construir su propia casa. La cuestión es que no son obreros, menos arquitectos, sino payasos. Y a partir de ahí, el objetivo primero será difícil de cumplir, aunque la diversión y el entretenimiento estarán asegurados.

 Con la dirección del genial Osqui Guzmán, estos cuatro histriónicos personajes, tienen muy bien definido qué hacer y qué no hacer para divertir a un público, bastante heterogéneo de género y edad, pero que ríen y aplauden siempre al unísono. Sus gags son precisos y hasta por momentos de relojería suiza y siempre, concluyen con la explosión festiva de los espectadores. Ninguna pieza está librada al azar y eso, entre tanto teatro espontáneo e improvisado, se agradece. La idea de no subestimar nunca a un niño, ya de por sí, es para destacar.

Como ya se mencionó, ellos son cuatro. Varreto tiene miedo a todo, Vittorio es el más fuerte pero llora de emoción, Wilbur es dormilón y sueña con la música y Marito Marcote le gusta mandar a todos. Algo en ellos es evidente y es la inutilidad que tienen encima. Destrezas más que suficientes como para construir en aproximadamente una hora, un show acertado y entretenidos para los no tan chicos. La performance de los cuerpos iluminados con la técnica del teatro negro, sin dudas es lo más innovador y logrado de la obra.

De la casa nunca vemos ni un esbozo, pero de risas, aplausos, coreografías bailadas y torpezas en su justa medida, un montón, para hacer de La Pipetuá y su show A la obra!, una interesante propuesta para los más chicos en estas vacaciones de invierno.

Por Mariano Casas Di Nardo

viernes, 15 de junio de 2012

Caracachumba a la carta


Una osadas las creadoras de la impronta Caracachumba. A simple vista, una banda de talentosos músicos, conducidos por una payasa llamada “Sagitario” y haciendo canciones que no son para grandes ni para chicos. Todo esto, conectado con sketchs de un humor complejo pero sin contenido ni moralejas. A priori, uno podría decir, vayamos a una propuesta más concreta, conocida y eficaz, que a este difícil rompecabezas propenso al fracaso. Pero las mentes supremas de Marina Sauber y Florencia Steinhardt supieron encontrar el fino equilibrio entre lo adulto y lo infantil y crearon un show inmejorable. Un espectáculo donde todo lo bueno es admirado de manera distinta por los diferentes públicos que juntos, hacen la gran masa de aplausos y ovaciones que cierran cada aparición.

La fidelidad de los músicos es un mimo al oído del adulto, mientras las morisquetas de su histriónica y alienada payasa, hacen que los chicos encuentren en ella su querible anfitrión. Las canciones recrean acción y dinamismo y los chistes apuntan a un público mayor, mientras la estética colorida directa a los sentidos de los chicos. Así, bajo esa configuración cíclica, los niños se sorprenden por los chistes “desubicados” y los grandes se ríen del “escándalo” inocente del momento. Un equilibrio absoluto que estos seis artistas despliegan en la hora y minutos de un show que no se quiebra en ningún momento. El vertiginoso baile de la silla y la rumbera que siente y quiere, son dos de los momentos más logrados, rozando una perfección dentro del género.

Caracachumba a la carta es distinto. Un show de humor para los más chicos y un recital de músicos de primer nivel jugando para los más grandes. Y un personaje como “Sagitario” que se lleva todos los aplausos por su versatilidad, despliegue y complicidad.

Para disfrutar en familia y reír a la par de nuestros hijos, incluso, admirando su calidad sonora. Un mimo de calidad, entre tanta improvisación infantil.

Por Mariano Casas Di Nardo.

Virgen… pero no tanto.


Virgen… pero no tanto cuenta la historia del codiciado y exitoso Rafael Insúa, quien en la soledad de su vanidad, despierta admiración en cada una de las flores que corta por la noche en esos boliches perdidos de la ciudad. Su amigo y mayordomo fiel, Pascual, es cómplice de cada una de sus picardías, mientras que su hermana recién separada, Maribé, es la jueza que dictamina su andar casquivano, inapropiado para su edad. Él, disfrutando de las mieles de su dinero y sex appeal, no cree encontrar el amor, aunque como se dice por ahí, hasta en los lugares más desolados, uno puede encontrar el amor.

Bichi, una pequeña y poco inocente hija de un viejo conocido de la alta sociedad, es quien toma protagonismo en la historia. Y no por sus exuberantes y contorsionadas poses, sino porque encenderá el nervio muy bien guardado del inmaculado Rafael Insúa. Y con la complicidad de más de uno, pondrá en jaque toda su aura. Nadie sabe si lo logrará, pero el juego está abierto y como los kamikazes, a la hora del cometido, todo vale.

Con una acertada actuación de Nicolás Yannicelli y un acompañamiento adecuado de Sergio Paz como su “secuaz”, la historia progresa entre los intentos fallidos de Bichi y el poco convencimiento del dueño de casa. La aparición de Mafalda –Patricia Tiscornia–, una desquiciada que ya no sufre su amor y goza por desdicha ajena, le dará fluidez a la puesta y los momentos más cómicos. Su irrupción, ya en el epílogo de la obra, hace que termine todo bien arriba y que el espectador quiera un poco más de esa bella mujer que arrasa con todo lo que encuentra a su alcance, incluso, las mejillas del pobre Rafa.

Virgen… pero no tanto es una comedia ligera, que toma de muchos lugares comunes, un hilo grotesco y divertido que hará de la hora y algo de duración, un entretenimiento seguro.

Por Mariano Casas Di Nardo.